Superliga, ¿a favor o en contra?
La Superliga es tema de debate en el último año con tramos de mayor y menor protagonismo popular.
Las posturas de la opinión pública sobre este nuevo formato futbolístico que desean impulsar y llevar a cabo clubes como Real Madrid, FC Barcelona y Juventus. Son los tres grandes impulsores de un campeonato que, sin existir, sin ser oficial, ya ha generado multitud de comentarios.
Las dos partes en las que se ha dividido el fútbol europeo son, objetivamente, desiguales, pero el poder que tiene el tridente Real Madrid-FC Barcelona-Juventus es tan gigante, tan importante, tan grande, que es capaz de igualar (o superar, mediáticamente al menos) al resto de clubes protagonistas.
La Superliga, en corto, es un nuevo campeonato que desean crear para explotar económicamente todavía más las arcas deportivas de los clubes implicados. Un torneo que, teóricamente, estaría fuera de los torneos europeos de la UEFA y de las grandes ligas continentales.
¿Qué opino al respecto? La Superliga es la excusa perfecta para que estos clubes se vayan, se vayan muy lejos, se marchen dónde amargan los pepinos y cierren al salir.
Estos clubes que quieren cobrar más, que desean generar más ingresos, dentro de 10-15 años, cuando no puedan explotar más su potencial monetario, volverán a cansarse, volverán a deprimirse, volverán a inventarse excusas para, reduciendo el grupo inicial, crear otro campeonato. Pasará. Lo leísteis antes aquí.
Ojalá. Ojalá dejen sus respectivas ligas para que el resto ganen protagonismo, para que los campeonatos ligueros ganen igualdad y competencia.
Ojalá. Ojalá creen esa nueva Superliga y sus aficionados se marchen con sus mensajes populistas, estériles, vacíos, mirando hacia otro foco que les silencie. El resto, lo agradeceremos.
Ojalá. Ojalá ocurra para que, luego, años después, acaben demostrando que ya no será suficiente, que ya no estarán satisfechos, porque la regularidad en sus cuentas se instale y acaben encaprichándose de un nuevo paso adelante. Por suerte, el resto estaremos lejos, muy lejos de ello.
Estoy a favor de la Superliga para que estos grandes clubes se marchen. Sí. Déjenles salir, suéltenlos en ese gran prado al lado de un precipicio. Que corran, que corran mucho. Que berreen, que se autoengañen con un torneo que no interesaría tanto como (ellos) afirman que ocurriría.
Estoy a favor de la Superliga porque las grandes ligas ganarán en competencia, en espectáculo, en rendimiento. Ellos piensan que sin el foco de los grandes el fútbol no tiene sentido. Lo que no tiene sentido es la desigualdad, injusticia y aburrimiento que existe por, precisamente, ellos.
Claro. Claro que estoy a favor de la Superliga, pero por las consecuencias, por lo que ocurrirá aquí, desde donde miramos el resto.
Que se vayan. Que se vayan con su ego, con su foco, con su protagonismo, con su desorbitado punto de vista, con su desvitalizada forma de vivir el fútbol.
Quizás al principio sería raro, pero con el paso de los meses, de los años, la nueva realidad me interesa más ahora mismo que un escenario en el que siempre ganan los mismos, en el que ellos saquean al resto con el consentimiento de los de arriba.
Pensar lo contrario sólo puede nacer y latir en la mente de una persona vacía, medicada, descontrolada.
He dicho.