¿Qué debemos esperar de Marcelino García Toral en Bilbao?
Hace unos meses me enteré que Marcelino García Toral era uno de los candidatos que manejaba el Athletic Club para el banquillo como sustituto de Gaizka Garitano. Al enterarme, lo comenté con un compañero cercano a la actualidad del club bilbaíno. En ese momento, me negaron la opción y yo, desde mi lejanía territorial, intenté aceptar esa afirmación como real. Pese a ese 'no', me quedé con la idea de verle en San Mamés.
Ahora es oficial. No creo que hace unos meses no fuera real, pero entiendo que aquel contexto era diferente y, ahora, todo se ha desarrollado de otra forma. Pero ahora, reitero, es oficial, real, y confieso que me apetece mucho ver a Marcelino de nuevo en acción y verle en un equipo tan especial y carismático como el Athletic Club.
Sé que lo que escriba aquí podrá ser usado en mi contra si todo sale mal. Así funciona todo hoy en día. Pero aprendí hace un tiempo que todo eso no importa. Hoy. Ahora. Me apetece mucho ver a Marcelino como técnico del club bilbaíno. Tengo en el recuerdo su última experiencia en Valencia, recuerdo etapas anteriores, y sólo puedo aspirar alto respecto a sus expectativas.
El tema está complicado en la Catedral. O al menos hace unas semanas. Ahora ha mejorado. Es cierto. Pero lo que puede parecer un escenario raro, diferente, puede ser también un estímulo ahora con la llegada del técnico cántabro.
Si juntas un club histórico, con una filosofía especial, con una plantilla muy completa (pese a que los resultados no hayan sido los esperados), un entrenador que ha demostrado ser exitoso en varias etapas y un estadio maravilloso, perdonadme, pero es imposible tener al menos un mínimo de interés en esta nueva etapa que se abre en Bilbao.
¿Cuál debe ser el objetivo de Marcelino García Toral en el Athletic Club? La clasificación, en materia de posiciones, no es visiblemente preocupante. El equipo es noveno, dentro del TOP 10 y está a 6 puntos de la zona europea. Pero echando la mirada hacia abajo lo que parece una situación positiva, productiva, se convierte en algo más preocupante y es por ello, entre otros aspectos, por los que se ha producido el cambio de entrenador. El descenso está a 6 puntos también. Es decir, está a la misma distancia de la zona europea que de la zona más peligrosa de la tabla.
Por ello, el objetivo debe ser sumar para abrir ventaja respecto a los de abajo y no tanto, quizás, para reducir la ventaja respecto a los de arriba. Quizás una sea consecuencia de la otra, pero llegaría de forma secundaria. Huir de la zona baja, abrir brecha, ganar una base sólida, ganar esa confianza para que las aguas se conviertan nuevamente en manejables, debe hacer que automáticamente se reduzcan espacios por delante. Parece lógico.
Eso en términos ligueros, pero sin duda, el sueño copero. Esa Final de Copa del Rey que ya suena hasta surrealista porque ahora mismo, cuando un servidor escribe y expone esto, el Valencia sigue siendo el campeón. Un título, el valencianista, logrado en 2019. De hecho, la temporada 2020/21 ya ha comenzado (con sorpresas, por cierto) y todavía no hay campeón del curso pasado. Typical Spanish, que dirían los modernos. Pero lo cierto es que ese título copero, por la oportunidad presentada, por lo que supondría, por el escenario precioso de una final vasca ante la Real Sociedad, es el otro gran reto.
Marcelino García Toral, con su llegada al banquillo rojiblanco, puede ganar la copa por segunda temporada consecutiva, con más de un año de distancia entre ambas, y con dos equipos diferentes. Tan surrealista (por el escenario) como real (porque puede ocurrir).
A nivel de sensaciones es cierto que la destitución de Garitano quizás apareció como algo sorprendente. ¿Era la situación tan preocupante como para poner remedio y soluciones de forma tan contundente? Quizás no tanto, y quizás por eso su adiós llegó de forma inesperada. Pero del mismo modo que una decisión fue cuestionada, la otra ha llegado como una sorpresa que es un revulsivo de oxígeno puro y absoluto.
Escribo estas líneas desde la ilusión, desde la expectación que cierta distancia me ha creado. Es imposible no estar pendiente, es complicado no tener ganas de que arranque este proyecto. Puede salir bien, puede salir mal, pero ya ha generado un nuevo escaparate que, a simple vista, ya ha hecho cambiar el aura, las sensaciones.
Ya pienso, imagino, a Marcelino luciendo los colores del Athletic Club y el gusanillo nace solo. Eso, por poco, pobre, o simple que parezca, es demasiado trabajo hecho ya para intentar cambiar la dinámica del equipo. Insisto. Se junta un club por el que tengo cierta simpatía y un entrenador que me parece de las mejores opciones que había disponibles. Aquí, un servidor, ya está listo y preparado para esperar cosas interesantes, y eso, aunque no lo parezca, ya es un paso adelante conseguido.