No llueve tanto en Mestalla
El Valencia de Bordalás rescató un punto en Mestalla ante el Athletic Club sobre la bocina. Ganó un punto que no tenía, abrazó al aire un empate que parecía escaparse gracias al majestuoso cabezazo de Íñigo Martínez ante el que nada pudo hacer Cillessen.
La racha de tres derrotas seguidas sobrevolaba el coliseo valencianista. La gente ya tenía asumido que en apenas siete días todo se había dado la vuelta, todo se había ido al traste y el ilusionante inicio de campaña se había apagado.
Aquí ya hablamos hace unos días de que los fuegos artificiales eran bonitos, atractivos e incluso enigmáticos, pero eran un holograma ficticio que desvirtualizaba todo. Absolutamente todo. Todavía más en estos tiempos que corren en los que todo es negro o blanco, en el que los fallos concretos se convierten en garrafales, en el que los tropiezos se transforman en dolor y en el que la bipolaridad (asumida o impuesta, no importa), inunda todo.
Ni el Valencia iba a ganar LaLiga, ni ahora van a descender. Ni el Valencia ha firmado siete días catastróficos, ni ha sellado partidos dignos. Existen los grises. Es dantesco tener que recalcar esto, pero el equipo dirigido por Bordalás lo está haciendo mucho mejor de lo que parecen emitir los ecos informativos.
Jugó muy bien ante el Real Madrid, pero fallos en acciones concretas en el descuento echaron todo por tierra. En Sevilla fue diferente, pero no se produjo ninguna catástrofe. Fueron 20 minutos espantosos al inicio lo que detonaron todo. Luego, el equipo no jugó tan horrorosamente mal como se ha podido (o querido) emitir. Y el pasado fin de semana ante el Athletic Club tampoco hicieron una actuación horrenda.
Quiero recalcar todo esto porque las derrotas ante los madridistas y sevillistas se forjaron en apenas 25 minutos. Tramos determinantes que se pagaron muy muy caro. Es sencillamente así de fácil de contextualizar. ¿Quiere decir esto que son la excelencia hecha equipo de fútbol? Evidentemente, no, pero tampoco me gustaría que se permitiera lo antagónico.
El Valencia suma once de 21 puntos. Algo más del 50% de los disputados. ¿La excelencia? Ni mucho menos. ¿La vergüenza nacional? Tampoco.
El fútbol es demasiado sencillo como para quedarse con deducciones estériles, con análisis en caliente, con recetas cocinadas con aromas que nada tienen que ver con el plato principal. La situación institucional tiende a intoxicar la realidad. La toxicidad informativa que se transmite semanalmente sobre el futuro del club empieza a convertir en tendencia la forma de analizar los partidos de este Valencia. Eso, y que se sigue sin entender que la realidad de este equipo no está en tener que clasificarse para la próxima Champions League. Y si me apuráis tampoco para Europa League.
¿Estoy diciendo que no lo lograrán? Ni mucho menos. Pueden hacerlo, pero el Valencia (por su contexto interino) no parece estar a la misma altura ahora mismo de los Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla o Villarreal. Esa es la realidad. Es por ello que (como escribí hace unas semanas) hay que tener los pies en el suelo para no caer en el ya perezoso y aburrido error de maquillar las dinámicas.
Es maravilloso soñar. A un servidor le encanta. Pero igual que es necesario dejarse llevar, evadirse y mirar en escenarios utópicos, lo es no perder el norte. Si hace dos meses a cualquier valencianista le dicen que el equipo tendría once puntos de 21 posibles habiéndose enfrentado en el inicio de curso a equipos como Real Madrid, Sevilla y Athletic Club (entre otros), el porcentaje de firmas hubiera sido muy alto. Esa era la realidad y esa es (aunque cueste aceptarlo) el contexto actual.
El 'problema' del contexto, escenario y análisis parte del fantástico inicio en las primeras cinco jornadas cuando el equipo selló 13 de 15 puntos, sin perder y consiguiendo goleadas que hicieron brillar los ojos de miles de valencianistas. Ese ha sido el 'error'. Y no por esas jornadas fructíferas, sino porque ahora parece que tropiezan, que han firmado tres partidos sin ganar.
¿No entraba en los planes tropezar estos tres partidos? ¿De verdad alguien, objetivamente, pensaba que esa es la liga del Valencia actual? Insisto, está genial dejarse llevar e ilusionarse con ese cosquilleo del que mira la tabla y se ve en la zona alta, pero estos tres partidos parecían destinados a bajar los humos. Y así ha pasado.
Ahora es cuando realmente las aguas se deben calmar y llegan los partidos normalizados de verdad. Es cierto que dentro de dos jornadas visitarán el Camp Nou, pero serán las próximas visitas a equipos como Cádiz o Real Betis, o el partido en Mestalla ante el Mallorca, los que deben valorarse de verdad. Si ahí se vuelve a tropezar, entonces sí deberían saltar las alarmas.
No llueve tanto en Mestalla, aunque los que sueñan y los que prefieren la amargura al 'carpe diem' seguirán en sus respectivos polos opuestos, siempre buscando 'peros', siempre analizando jugadas concretas, siempre subrayando fallos.