Australia llega a esta jornada final con una ventaja de tres puntos sobre Arabia Saudita. Para superarla, los locales no solo necesitan ganar, sino hacerlo con una diferencia de al menos ocho goles. Un escenario prácticamente imposible, aunque la lucha matemática aún sigue viva. Por ello, Arabia Saudita saldrá a ganar, pero con inteligencia. Australia, por su parte, se conforma con un empate que le asegura el objetivo.
El conjunto dirigido por Hervé Renard ha firmado un tramo sólido, sobre todo en defensa. Ha mantenido su portería imbatida en los últimos cuatro encuentros, venciendo a China (1:0) y Baréin (2:0), además de empatar con Japón (0:0). El problema sigue siendo su pobre capacidad ofensiva: solo seis goles en todo el ciclo clasificatorio. En el primer duelo ante Australia no hubo ni un solo tanto (0:0).
El equipo de Tony Popovic atraviesa una racha de ocho partidos sin perder. Ha sumado tres victorias recientes, con un único gol encajado (5:1 ante Indonesia). Su defensa es uno de los puntos fuertes: en siete de sus últimas nueve salidas mantuvo la portería a cero. Sin embargo, fuera de casa suele ser conservador, tres empates en los últimos cuatro partidos de visita y frente a Arabia Saudita ha firmado tres empates en sus últimos cinco enfrentamientos directos.
Será un partido muy táctico, cerrado y con pocas ocasiones claras. Arabia Saudita intentará presionar, pero no arriesgará demasiado ante la amenaza de las transiciones australianas. Los visitantes, sabiendo que el empate les sirve, apostarán por el control y el orden defensivo.