El derby irlandés es un pulso que trasciende el deporte: un choque eterno entre quienes permanecieron bajo la Corona británica y quienes abrazaron la república. Y aquí, camino de la segunda ronda previa de la Champions, Shelbourne, representante del lado republicano, parte con una pequeña ventaja.
Las dos ligas viven en calendarios opuestos. En Irlanda del Norte se compite de otoño a primavera, mientras que en la República de Irlanda se juega de primavera a otoño. Así, el campeón norirlandés llegó a esta eliminatoria tras varios meses de parón. Linfield recuperó el título de la Premiership con una facilidad pasmosa, sacando 22 puntos al Larn, pero su preparación para Europa ha sido pobre: tras el parón, solo disputó amistosos contra modestos equipos galeses y perdió la Supercopa ante Dungannon Swifts sin marcar en 120 minutos. También falló un penalti en la tanda. Poca confianza para afrontar este reto.
Shelbourne llegó a la ida en plena competición doméstica, con mucho más ritmo, algo que se notó en Dublín: victoria 1-0 y sensación de haber podido sentenciar la eliminatoria. El equipo generó 18 remates por solo 4 de su rival, y 5 de esos disparos fueron entre los tres palos. La falta de acierto evitó un marcador más amplio, pero la superioridad quedó clara.
La diferencia de ritmo competitivo es decisiva a estas alturas de la temporada. Shelbourne llega rodado y con confianza, y aunque Linfield buscará la remontada arropado por su público, mi pronóstico es que el equipo de la República de Irlanda al menos no perderá.