Un triunfo que dignifica la Supercopa

El Athletic Club es el nuevo campeón de la Supercopa de España. Un súper campeón que ha dignificado un trofeo cuya tendencia era la de haberse convertido en un título menor, casi menospreciado por multitud de razones y que, gracias a triunfos como este, renacen, se convierte en un gran foco.

Quizás el nuevo formato. Quizás el cambio de fechas. Pero, sobre todo, gracias a un club de la categoría, filosofía y respeto de este Athletic Club. Ya ocurrió en 2015 y ha vuelto a ocurrir. Un club que celebra su consecución, que monta una fiesta digna del mejor campeonato del mundo. Ya sacaron la gabarra para gritar al país, al mundo, que habían ganado, que eran los campeones. Una forma preciosa de dignificar a un torneo menospreciado, devaluado, que casi sobraba, que ni siquiera los campeones tomaban demasiado en cuenta (imaginad el que perdía). 

La Supercopa de España no contaba demasiado para el campeón y sólo parecía tenerse en cuenta a final de temporada. Si un club ganaba Liga o Copa del Rey, y había ganado la Supercopa, entonces sí, entonces se hablaba de dobletes, tripletes y demás. Si se perdía, nadie se acordaba.

Pero esta vez se ha vivido una historia diferente. Quizás el formato de 'Final Four' ayuda mucho. Una forma de magnificar el campeonato convirtiendo lo que era un torneo de verano, casi de pretemporada, en un atractivo trofeo que, en casos como este, adquiere un mayor espectáculo.

El Athletic Club es el nuevo campeón tras eliminar al Real Madrid en Semifinales y tras ganar al Barcelona plantando cara. Muchísima cara. Se dice pronto, pero la historia firmada por los 'Leones' es digna de una novela romántica de aventuras. Para ellos no era el 'torneo de la galleta'. Como pasó en 2015. Una fiesta total. Respeto máximo. Valoración real. Dignificación, insisto.

Un equipo valiente, de raíces clarísimas, de filosofía única, especial. Un equipo que lo celebró por todo lo alto. Un grupo de jugadores que lloraron, bailaron, se emocionaron. Una ciudad que se vistió de gala como si fuera día grande. Los pequeños detalles que, luego, a posteriori, magnifican los contextos, escriben historias románticas.

El recuerdo hacia el staff técnico anterior (ya destituido), la trompeta de Villaverde, las celebraciones con lágrimas, la explosión de los jugadores en cada uno de los goles. Una victoria completamente importante para ellos. Una forma de convertir a la Supercopa de España en un torneo atractivo, emocionante, aplaudido por los rivales neutrales.

Imposible admirar lo que ha conseguido el Athletic Club. Por el club, por sus jugadores, por sus aficionados, por su ciudad, por su filosofía... y por Marcelino García Toral. Un motivo más para, desde la distancia, sentir que ese otro fútbol que muchos admiramos sigue vivo y es capaz de seguir ofreciéndonos historias maravillosas.